Sobre mí y mi yegua

Desde mi más tierna infancia he vivido con pasión el mundo de los caballos. Incluso cuando era una niña ya estaba interesada en el bienestar de éstos y siempre me preocupé de que los que yo cuidaba pudieran salir de los establos y disfrutar de las praderas. Más tarde, cuando tuve la oportunidad de compartir el cuidado de uno de ellos, tomé conciencia de la importancia que los cascos ejercen en la naturaleza de este animal. Una conocida que en aquellos momentos estaba realizando una formación sobre el cuidado de los cascos en el BESW fue la que me introdujo por primera vez en el mundo de los caballos descalzos.

Una vez me asenté en España en el año 2011, busqué otra vez poder montar a caballo y encontré una yegua hispano-árabe de 15 años. A través de una cercana inspección de sus cascos (delanteros herrados, traseros no herrados) me llamó la atención las pequeñas grietas que mostraba en los cascos delanteros que comenzaban en el rodete coronario y además la ranilla mostraba síntomas de podredumbre. Mis preguntas al herradero tuvieron como resultado sólo que los cascos debían ser engrasados y que el problema procedía en esencia del clima cálido. Ya que en los cascos traseros no herrados no aparecían estas grietas y la ranilla no estaba podrida (aunque las condiciones climáticas eran las mismas para los cascos delanteros y traseros), no podía dar crédito a dicha explicación. También comenzó a ser frecuente que la yegua se tropezara en terrenos con pocas dificultades mientras la montaba, lo que intuitivamente me llevó a pensar que ella no se sentía cómoda con las herraduras.

Como el propietario de la yegua no quería sacar las herraduras porque tenía miedo de que luego no se pudiera montar, tomé la decisión de comprarla e hice venir a un podólogo de cascos que procedió a extraerle las herraduras. Paralelamente comencé de nuevo a leer sobre el tema y descubrí dos métodos barefoot diferentes para el cuidado de los cascos.

Uno era el aplicado por la escuela americana Natural Hoof Care que seguía los métodos de Jaime Jackson o Peter Ramsey y el otro era el de Escuela Alemana de podología ortopédica equina. Cada vez me daba más cuenta de que mi yegua debía haber sufrido mucho con sus herraduras.

 

 

Después de la retirada de las herraduras la dejé reposar durante cuatro semanas para que pudiera acostumbrarse a su nuevo estado. Este tiempo lo utilicé para realizar paseos a pie con ella en terrenos con condiciones distintas. Al principio la protegí con unas botas especiales, pero al cabo de un par de semanas ya pude quitárselas cuando andábamos por terrenos poco rocosos.

Todo sucedió de maravilla. El rodete coronario ya no mostraba grietas, la ranura de los pulpejos se había cerrado, la ranilla se secó y endureció otra vez y también dejó de tropezarse. Por otra parte, disminuyeron las tensiones que la yegua presentaba en los músculos del dorso.

Mientras, ya había hecho la inscripción en la formación para ortopeda de cascos de caballos en el Deutschen Institut für Hufortopädie y lo que pasaba con mi yegua no fue más que un poderoso aliciente para empezar mi incursión en el mundo de la ortopedia equina en el año 2013.

Con el tiempo y un trabajo constante, ya anda sin molestias sobre cualquier superficie y raramente necesita de sus botas.